Ellas... Ellos... Ambos

Somos todos unos mentirosos, unos reyes del timo. A cada paso que damos, no estamos tranquilos si no es soltando alguna trola. Somos esclavos de la falsedad y empleamos mil argucias para engañar a los demás. Si no me creéis, seguid leyendo, que no es una embuste esto que ahora os cuento.

* LAS MENTIRAS DE ELLAS *
“Mañana tengo que levantarme temprano”: siempre podemos dejar las obligaciones para más tarde, pero esta mentira sirve de excusa perfecta para poder retirarse con educación y quedar como reinas.

“¡Me encanta tu conjunto!”: por mucho que una amiga se haya levantado daltónica, mezclando camiseta naranja con pantalones rosa, o lleve puesto una combinación imposible de cuadros y lunares, seguiremos diciéndole que va divina de la muerte.

“Es fácil vivir con lo que no se tiene, por eso no soy envidiosa. En todo caso, lo mío es envidia sana”: eeeeeh????? ¿Pero eso existe?

(Y la más clásica de todas las bolas) “Me duele la cabeza, ahora no me apetece”: Unas cobardes, eso es lo que somos las mujeres. Con lo fácil que sería decir que realmente no queremos porque no nos da la gana, nos escondemos detrás de las migrañas.


* LAS MENTIRAS DE ELLOS *
“Nunca me he comportado como un crío”: eso es… Mentira ¡Si nunca dejan de serlo, como van a dejar de comportarse como tal!

“Tienes algo que me gusta”: claro, y nosotros/as vamos y nos lo creemos. Aunque fuésemos más feos/as que el hermano feo de los Calatrava, un tío sería capaz de decirnos lo que fuera sin con ello consigue meterse en la cama acompañado.

“Voy a cambiar, te lo prometo”: ya lo decía mi abuela, mujer sabia dónde las haya, no se deben hacer promesas que luego no se pueden cumplir.

“No te dejo por otro/a, es que ya no te quiero”: por supuesto, se acepta como verdad, no hay más remedio, pero luego no esperan ni dos días para pasearse con el/la nuevo/a “amigo/a”.

“Ya te llamo yo, ¿vale?”: ¿y no sería más fácil decir “eah, ya tengo tu teléfono pa’que te quedes tranquilo/a”? El refranero popular lo confirma; a buen entendedor/a, pocas palabras bastan.

“Te quiero, ti amo, I love you, Ich liebe dich, je t’aime …”: enlatado, con sabor a rancio y dicho por compromiso, porque de lo contrario, ese día no mojan. El único hombre que me sonó a sincero al pronunciar dichas palabras fue Nino Bravo y ni siquiera me las dijo a mí.

(La mejor de todas las patrañas que los tíos sueltan por esas bocas) “Tranquilo/a, que yo aguanto un rato más”: y si te descuidas, hasta te pide a ti fuego para el cigarrito del después, mientras aún sigues pensando _ ¿ya está? _ .


* LAS MENTIRAS DE AMBOS *
“Este curso lo estudio todo poco a poco para que no me pille el toro”: esperad, jejejejejejejejejejejejejejeje… Ya me quedé bien a gusto. Esto NUNCA va a ocurrir, ¿por qué nos empeñamos en admitir cosas absurdas?

(Al salir de la ducha) “¡Esos pelos no son míos!”: debemos admitirlo, los pelos se caen y si somos nosotros, y no otros, los que acabamos de ducharnos… Las reglas de tres no pueden disfrazar la realidad, esos pelos son nuestros.

“Nos iba bien, pero ya no hay un nosotros. No eres tú, soy yo…”: a ver, no nos liemos. Si lo tenemos claro, ¿por qué es tan difícil hablar con franqueza? Los pretextos no van dejar de hacer menos daño.

“He oído hablar muy bien de ti”: lo que estás es harto/a de oír hablar de esa persona y hasta te cae mal. Es casi imposible, que seas tú el/la que vaya a seguir hablando bien, si es que alguien lo ha hecho alguna vez (la faceta crítica nos puede).

“¡Uy, no me había dado cuenta!”: típica frasecita si vamos por la calle y a lo lejos vemos acercarse a alguien que no nos apetece saludar. En el momento en que justo pasa por nuestro lado, y ya es imposible que nos escondamos metiendo la nariz en el escaparate más cercano, soltamos esta lindeza con la mejor de nuestras sonrisas. ¡Qué falsos que somos!

(Una que no falla si somos pillados ‘in-fraganti’) “Cariño, esto no es lo que parece”: ¿y entonces qué es? ¿Ahora los masajes hay que darlos completamente desnudos y realizando posturas imposibles del Kama Sutra?


Después de este análisis he podido llegar a la conclusión de que los hombres mienten porque si no lo hicieran se sentirían ilógicos, frágiles y estúpidos, en cambio, las mujeres sólo mentimos por necesidad y si no podemos convencer a otros de nuestra realidad, al menos, intentamos confundirlos un poco; ya que como una vez escuché “decir la verdad lo puede hacer cualquier idiota, pero para mentir… Hace falta imaginación” XD Podéis añadir frases que se me hayan pasado por alto; decirme si estáis o no de acuerdo, pero por favor… No me mintáis.