3.- Divorciado de Catalina y viudo de Ana, Enrique tenía que seguir intentando tener el ansiado descendiente varón. Sería Juana Seymour (1509-37), la candidata a convertirse en la tercera esposa del rey, se convirtió en la madre de su esperadísimo hijo. Tras haber sido asistente de sus anteriores esposas, Juana comenzó a despertar el interés del monarca y 11 días después de morir Ana se casaron en el palacio de York. Tras 8 meses de idílico matrimonio la reina consorte quedó embarazada. Con cada mes de embarazo la reina engordaba más y más, tanto que su salud se resintió, lo que le llevó a morir 12 días después del nacimiento del futuro Eduardo VI (1537-53) de Inglaterra e Irlanda.
4.- Con Ana de Cléveris (1515-57) Enrique tuvo un matrimonio destinado al fracaso. Llevaba 3 años viudo y no mostraba mucho interés en querer casarse de nuevo, pues ya tenía el hijo que tanto anhelaba, sin embargo, su canciller Thomas Cromwell (1485- 1540) insitía en la idea de un nuevo enlace. El monarca era aliado del noble alemán Juan III (1490-1539) duque de Cléveris, por lo que recibió un retrato de sus hijas Ana y Amelia. Enrique siempre tuvo algo de recelo al respecto y tras no consumar el matrimonio pidió su anulación sin querer llegar a ser injusto o violento. Ordenaron a Ana abondonar la corte y poco tiempo después le pidieron su consentimiento para la nulidad, no sin antes ser cuantiosamente recompensada.
5.- A Catalina Howard (1520-42), la prima de Ana Bolena, le tocó el papel de dama de compañía de la reina Ana de Cléveris antes que el de reina consorte. La adolescente fue la amante de un rey cincuentón, diferencia de edad que Enrique compensaba con exquisitos regalos. Consideraba a la joven un ser virtuoso, ignorando su pasado tormentoso como amante de varios hombres desde los 12 años, y pensaba que la reina no le podía corresponder por el rechazo (y el asco) que le profesaban sus kilos de más. Catalina encontró un entretenimiento amoroso en Thomas Culpeper (1514-40), un caballero inglés y cortesano de su marido desde 1537. El rey se enteró de la traición por una carta de amor interceptada de la reina. Encerró a su esposa en la Torre de Londres, ejecutó a su amante y dos años más tarde la joven Catalina acabó de la misma manera que su prima.
6.- La última esposa de Enrique fue Catalina Parr (1512-48) que se convertiría en la primera reina consorte de Irlanda. Para ella su tercer matrimonio la convirtió en confidente y enfermera de un rey caprichoso, obeso y enfermo de sífilis. Gracias a sus dotes conciliadoras, las hijas de matrimonios anteriores de su marido se reconciliaron con él. Con Eduardo se llevaba muy bien y siempre trató de forma ejemplar a los hijos ilegítimos de Enrique. Durante tres meses de ausencia de su marido fue regente y se encargó personalmente de la formación de su hijastra Lady Isabel. Tras enviduar de Enrique, se le siguió considerando reina de Inglaterra por expreso deseo del difunto rey.
Estas fueron las mujeres oficiales de un rey con fama de verdugo. De sus amantes: Elizabeth Blount, María Bolena, María Berkeley y Juana Dyngley ya os contaré algo en otra ocasión.
4 comentarios:
Efectivamente no las mato a todas,pero ya sabes....cria mala fama y echate a dormir
Besos
Y entonces no existía la violencia de género.
Menos mal que dejamos atrás los años bárbaros.
Que interesante, buen aporte. Saludos.
Un autor un poco posterior a este rey fue el que escribió que: 'aquel a quien le gusta que le adulen es digno del adulador', refiriéndose a Enrique VIII.
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