Más de un sabio ha viajado por los continentes, ha estudiado las estrellas, ha elaborado teorías impensables y hasta ha intentado comunicarse con el más allá para obtener la respuesta.
Todos ellos, cada uno en su terreno, iban en busca de la misma respuesta: el secreto de la vida. Algunos estuvieron cerca, casi a escasos milímetros de dar con ella, sin embargo, nadie a ciencia cierta se atrevió a igualar su hallazgo con dicha clave.
Cierto día, me encontré con un erudito que llevaba décadas explorando confines y descifrando acertijos para dar con la resolución exacta al enigma. Le pregunté por el avance de sus investigaciones y con una media sonrisa, que los lumbreras son muy serios y pocas veces se salen de su papel de doctos en las materias, cogió un trozo pequeño de papel y comenzó a garabatear una fórmula:
¡Increíble! No me lo podía creer. Examiné la cuartilla de papel al menos tres veces, de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. ¡Tenía razón! ¡Había dado con el quid de la cuestión!
Todos tenemos a nuestro alcance la combinación perfecta para ser feliz y una vez que somos conscientes, sólo tenemos que saber disfrutarlo. Prometedme que vais a aprovechar vuestro tiempo y que os deleitaréis con cada propósito. Yo, prometo hacerlo.
4 comentarios:
Te prometo al menos intentarlo
Besos
creo que debiste dejarme tb esa ecuación en tus comentarios de hoy y así empezaba a aplicarla
muchisimas gracias por tus palabras niña
muakkksksks
Es buenísima la fórmula. Al final la vida es no que es, vida que vivir, feliz y triste a partes iguales. La felicidad no existiría si no existiese la tristeza.
Eso es la vida: los necesarios binomios, dicotomías de experiencias, dualidades de necesidades, las dos partes del yin-yan, en definitiva, un poco de cada cosa forma el todo.
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