Como cada día el joven Héctor, antes de ponerse a trabajar, hizo un alto en su camino para ver a las náyades nadar. Siempre tuvo cuidado, a él nunca las ninfas le vieron, esta vez no hubo suerte y éstas le reprendieron. Llamaron las mismas a Minerva, por ser de la inteligencia diosa, le pidieron sabio consejo y la divina ofreció otra cosa. Propúsole a Héctor un trato: ganar a la más rápida nayáde para un hombre libre ser, pues si la carrera perdía jamás volvería a ver. Aceptó el muchacho sin miedo, confiando en sus brazos veloces, pero éstos le fallaron y su vista perdió entonces.
Tras largos años de ceguera, Héctor a Minerva buscó, quiso visión implorarle el que sin vista a llorar aprendió. El fin de la búsqueda llegó cuando el joven arrepentido obtuvo de la diosa lo que durante años no había tenido (MRM'96).
4 comentarios:
Vaya, qué sorpresa!, al fin consigo leerlo!. No está nada mal, no?. Me ha sorprendido mucho el tema con ese trasfondo mitológico y por supuesto ese regusto a romance. Nunca hubiera pensado que el poema de "Héctor" fuera así. Gracias por postearlo.
Besitos :-)
Tenía mis dudas, por aquello que la poesía no le gusta a todo el mundo. Al final, como a la que le gusta es a mí, pues ahí está para compartirlo con el resto de caminantes.
Mil besitos, muuuuuuuuaca!
Interesante la historia. A ver si algún día me pongo a aprender cosas de mitología...
Besos desde Lyon.
De la historia de Héctor poco vas a poder encontrar, me la inventé desde el principio hasta el final. Me encanta la mitología, pero no quería 'plagiar' ninguna de las historias que ya existen.
Muchos besitos desde la Tacita.
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