Pasito a paso

El tiempo de vida que tiene este blog es relativamente corto si se compara con otros tantos que llevan años contándonos maravillosas historias, trocitos de vida desglosados en entradas cautivadoras que te atrapan y te hacen esperar, con cierta intriga, la siguiente dosis de palabras y sentimientos.

Petardylandia ya ha superado las 3.000 visitas y este post está hoy dedicado a todos vosotros, los caminantes que, entre paseo y paseo, alguna que otra vez, os habéis perdido por aquí. Ahora mismo las palabras de agradecimiento se me escurren del teclado, pero eso no me va a impedir que escriba un GRACIAS gigante y os regale una foto personal (todas las que hasta ahora he publicado han sido sacadas de la red o creadas en mi ordenador) a la que le tengo especial cariño. Atardeceres he vivido muchos, cada uno con su propio encanto, pero hay uno que no olvidaré nunca. Verano del 2007, Cabo San Vicente (Algarve, Portugal), cientos de personas esperábamos la puesta de sol en aquel lugar que siglos atrás, antes de la conquista americana, había sido el fin del mundo. Una hilera humana, en aquella punta de tierra situada a considerables metros del nivel del mar, venida desde cualquier parte con cámara en mano para inmortalizar el momento. Nuestros pasos nos llevaron a coincidir en ese momento exacto espacio-temporal, no el día anterior, ni tampoco al siguiente, tenía que ser entonces. La providencia, el destino o la coincidencia, cada uno por su lado o todos al mismo tiempo, nos unieron para formar aquella cadena de hombres y mujeres que sólo estaban allí para ver la caída del día. Si pudiera ser posible, y aunque sea a solas, no dejéis de deleitaros hoy con el atardecer... Seguro que es igual de bello allí donde sea que estemos. Os deseo una feliz semana. Besos desde la tacita de plata, lugar con atardeceres que, al menos, una vez en la vida tendríais que contemplar.