* Segundo día: Sobada de más de ocho horas; aquí uno de los compis nos contagia al resto las ganas de remolonear. Aún sin levantarnos, tomamos el desayuno en la cama. Toca una ducha para reactivar el resto del sistema operativo; estamos listos para un nuevo día. Salida del hotel para comenzar con las compras navideñas; sólo hago gastos (innecesarios) en el FNAC. Se dan cuenta de mi presencia. Un personaje tan famoso no puede pasar inadvertido; concedo una breve entrevista. Hora de almorzar: comemos en el “Perla del Pacífico”, que puede sonar muy exótico, pero no dejaros engañar. La caraja de sus dueños nos hace esperar más de una hora para poder llevarnos bocado a la boca, además, hasta se equivocan con el pedido y terminan cobrando una pasta por tan pésimo servicio. Decidimos pasar el FNAC de nuevo, faltaron libros por comprar. Después de varias vueltas poco fructíferas por el centro cuidad, acabamos en el centro comercial cercano al hotel. Mucho gentío y más tiendas. Compramos la cena “take away” que mis compañeros y yo nos llevamos a nuestra habitación para comer después de una ducha y de ponernos los pijamas. Hincamos el diente a los manjares. ¡Qué niña esta! ¡Come como un pajarito! Rato de tele. Dulces sueños, my little kids, que mañana será otro día.
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