jueves, 22 de noviembre de 2012

¡Ya está bien!

Llevo desde el martes queriendo sacar tiempo para escribir este post. Estoy cabreada, ¡nooo! corrijo, muy cabreada. ¿Por qué? ¿Con quién? Por la poca vergüenza que tiene la que fuera  familia política de Ruth Ortiz, el abogado ‘defensor’ y el ‘supuesto’  parricida. Mientras ella tiene que hacer de tripas corazón y salir en los medios para que el sistema le permita enterrar lo que queda de sus hijos; los otros canallas se han dedicado: uno a declarar que es una aberración enterrar esos huesos [¿piensa qué nos hemos creído su montaje?], su letrado a calificar de extraño que en el auto se de por hecho que son restos humanos [¿necesita qué alguien más los estudie?] y los otros a poner denuncias a las personas de la plataforma creada para no olvidar nunca a Ruth y Jose, esas criaturitas inocentes que han perdido sus vidas. Los asquerosos esos dicen sentirse acosados, casi enfermos, por las manifestaciones silenciosas que se han llevado a cabo, y quieren hasta órdenes de alejamiento. Pero, ¿se puede ser más cínico? ¡Ellos sí que me ponen enferma! 

Las nueve personas que están denunciadas no hacen si no actuar en representación de lo que todo un país siente. Esa madre no hace otra cosa que ejercer como tal hasta con sus hijos desaparecidos, primero y luego, asesinados por el indeseable de su padre. Y yo no hago más que hacer uso de mi libertad de expresión para decir que los Bretón, desde el viejo hasta el que está entre rejas y ese jurista de pacotilla, me dan ASCO. Ojalá pudiésemos retroceder a la Edad Media, época en la que las torturas y las ejecuciones estaban permitidas, ya que sería la única forma de hacer justicia con semejante monstruo.

Ahora que me denuncien a mí también por pensar de esta manera y apoyar a las auténticas víctimas: los dos inocentes niños que han muerto y su familia. 





¡JUSTICIA PARA RUTH Y JOSE!