lunes, 25 de noviembre de 2013

Adiós, gitana


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J.L. Balbín

Parece mentira que haya pasado un mes desde que te arropé, te besé y te prometí que todo iba a salir bien. 

No pude cumplir mi promesa, lo siento, ya que tras esa noche no volviste a mejorar. Tuvimos que ingresarte al día siguiente, sin sospechar que nunca volveríaa casa. No me moví del hospital durante las horas que estuviste en cuidados intensivos; pasé intensas madrugadas de lsemansiguiente junto a tu cama; te hablaba para que no te sintieras sola; vi como te apagabas por cadsegundo que transcurría y lo único que podía hacer por ti era cogerte las manos y esperar lamarga despedida.

Recuerdo nuestras charlas durante las quimiosobre el miedo que te daba morir, la pena que te entraba cuando me contabas que no verías crecer a la pequeña de la familia, esa intuición tuya que te decía que los 62 habísido tu último cumpleaños; que sentías coraje por no haberte cuidado mejor y me resultimposible contener alguna que otrlágrima.

En el tanatorio estuvimos los que tuvimos que estar, el resto te sobraba y al cementerio te acompamos los tuyos y Carmelita, demostrando que es tan amiga en el después como lo fue en vida.

No te preocupes por Lola, Nico y Currito, nos los hemos traído a casa y se han adaptado bastante bien, no sin echarte de menos.

El próximo 2 de diciembre celebraremos tu misa del mes; ya ves yo teniendo que entrar en una iglesia, pero por mi madrina lo que sea. Tata, gitana nuestra, el vacío que has dejado es tan grande que es difícil seguir adelante. Te quisimos y te querremos para siempre.