lunes, 29 de noviembre de 2010

Microrrelatos V

· Su amor verdadero ·



Había tenido relación con cinco ó seis chicos, quizás diez, hubo un momento en que dejó de contarlos. Fue mientras se veía con el último cuando le entraron unas ganas enormes de ser madre. Con trabajo estable y edad adecuada no había nada que pudiera impedirle tomar la decisión. Lógicamente, el progenitor no quiso saber nada del asunto, pero no importaba, seguiría adelante sola, como siempre. Durante el embarazo prefirió que no le desvelaran el sexo del bebé que esperaba y entre náuseas, ecografías, visitas a la matrona, ácido fólico y pintar la habitación de amarillo pastel no tuvo tiempo de querer averiguarlo.Rompió aguas un trece de diciembre, sus amigos José y Lucía la llevaron al hospital. Después de tres horas de parto natural, sin epidural, la dieron a su bebé. La primera vez que tuvo a Eric en sus brazos fue cuando supo que él sería, de ahí en adelante, su único amor verdadero.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Microrrelatos IV


· Tu pijama, Adrián ·



Adrián, llevo puesto el pijama que me regalate; sí ese que estrené en el viaje a Dublín. No sería la primera vez que dormiríamos juntos, pero sí la que más cercana me sentí a ti. Aquella noche, al meterme en la cama, me encontré contigo, vi una blanca piel que me esperaba. Tu vello se erizaba al contacto de mis manos. Olías a recién duchado. Me acerqué al pecho y bajo la dermis pude oír tu corazón a mil por hora. Tuve que probarte. Al principio salado, luego dulce. Te desgusté durante más de tres horas, hasta que me venció la extenuación. Mi pijama estaba tirado en el suelo; no recuerdo el instante en que me lo quitaste, pero guardo en mi memoria lo que me dijiste antes de quedarnos dormidos _'Quédate desnuda. Durmámonos así. Es el mejor pijama que pueda existir'_.

martes, 9 de noviembre de 2010

Microrrelatos III

· El olor de la mañana ·
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El café recién hecho de doña Elvira me transporta desde la cama hasta el alféizar para abrir la ventana de par en par. Entran en la habitación los aromas de pan del día y bollos tiernos de la panadería que hay a la vuelta de la esquina; los tufillos de los pañales usados del bebé del tercero; los olores del exterior a tubos de escape y perfumes baratos de imitación que camuflan el sudor del estrés. Huele a vida que comienza, a rutina de vecindario, a gente que acaba de despertarse o empieza su día a día. Tú aún duermes. Cierro la ventana. Me acerco de nuevo a la cama, me inclino y te olfateo; primero el pelo, luego la espalda. Ese es el bálsamo que más me gusta. Por más esencias que se cuelen por las rendijas, yo me deleito oliéndote a ti. Eres mi olor favorito de la mañana.
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viernes, 5 de noviembre de 2010

Microrrelatos II



· Mucho teatro ·

Estaba acostumbrada a ser una simple espectadora de su propia vida. Su lugar estaba casi siempre entre bambalinas, nunca en el escenario. Los papeles principales se los llevaban las más inteligentes o las más guapas, y a ella, entonces, le tocaba emocionarse, reírse, abatirse, sorprenderse, y aplaudir la comedia o la tragedia [según el día] sentada entre el público. Detrás del escenario o confundida con el resto en el patio de butacas, estaba condenada a estar sin relevancia en su particular función hasta que apareció Samuel. Con él todo fue distinto durante un tiempo. Juntos consiguieron que ella fuera protagonista de importantes escenas y elocuentes diálogos... Un día la gala se terminó. Ella volvió dónde le correspondía, a ver sin participar, a escuchar sin opinar. Resignada, sabía que en su vida había mucho teatro y que, como en la canción, 'el espectáculo debía continuar'.


martes, 2 de noviembre de 2010

Microrrelatos I

· Inmóvil ·



Abre los ojos y sobre su cara una sábana blanca. Transcurren como diez o quince minutos hasta que alguien se la quita. _'¿Es éste el fiambre del contenedor? Una pena, estaba hasta buena_ pregunta un hombrecillo de aspecto desagradable, peludo, desaliñado y con gafas. _'Respeta el cadáver, antes de estar muerta fue una persona'_ contesta una muchacha algo seria, próxima a la edad de la que está tumbada en la mesa de autopsia, aunque algo más delgada. Grabadora en mano, la doctora empieza a describir el estado de la chica difunta y ésta, sin que nadie le oiga, grita _'¡Sigo viva! ¡Por favor, oídme! ¡Puedo veros! ¡Algo me mantiene inmóvil!_. _'Traumatismo craneal, sin duda'_ prosigue la licenciada en medicina _'causado por algún objeto de gran tamaño y peso'_.
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