miércoles, 25 de marzo de 2015

Un cachito de cielo


Después de tantas semanas tenía unas ganas tremendas de volver a escribir. Se me ocurrieron mil entradas posibles, en lugares y momentos en los que no podía anotar nada. Debí haberlas garabateado por algún sitio, porque ahora nos las recuerdo. 

Mi vida se ha convertido en un constante ir y no parar, de casa a los trabajos (sí, soy una española con doble jornada, misterio para Cuarto Milenio) y desde allí hasta casa. Así, tooooooooodo el rato. En este tiempo, mi familia y mis buenas amistades han sido todo mi mundo y mi apoyo más incondicional en los momentos "chofff". Hace meses que he tenido que aprender a vivir con ausencias y ese mismo tiempo es el que ha pasado sin hacer nada ni por ni para mí. Me he limitado a seguir adelante sin motivaciones, sólo levantándome en días rutinarios y acostándome sin las más mínimas aspiraciones.

El fin de semana pasado supe de realidades a las que era ajena. Me tuvieron todo el tiempo sumida en pensamientos: unos buenos, otros malos y los que más... Aterradores. Mi vida, mi tranquila vida, patas arriba. No, definitivamente no estaba preparada. Por suerte, una personita a la que quiero mucho, experta en situaciones difíciles, me ha quitado ese vendaje de conformismo. Se sentó conmigo y me dijo que ya ha llegado el momento en el que me toca volver a intentar ser feliz. Voy a hacerle caso; me voy a atrever a tocar ese pedacito de cielo que se abre ante mí. Un cachito inesperado, pero al mismo tiempo reconfortante. Un cachito que apunta maneras de ir creciendo y creciendo para que convertirse en todo un universo de buenos momentos, inolvidables vivencias y, sobre todo, de sonrisas cada día. ¿Por qué mirar para otro lado si hoy amaneció despejado? Amigos, me quedo contemplando esas nubes... Pero dejaré a mano el paraguas por si se avecinase algún que otro chubasco. Ya me conocéis, previsora al máximo.



En Petardylandia se os quiere. No dejéis nunca de seguir adelante en el camino.