Más de un sabio ha viajado por los continentes, ha estudiado las estrellas, ha elaborado teorías impensables y hasta ha intentado comunicarse con el más allá para obtener la respuesta.
Todos ellos, cada uno en su terreno, iban en busca de la misma respuesta: el secreto de la vida. Algunos estuvieron cerca, casi a escasos milímetros de dar con ella, sin embargo, nadie a ciencia cierta se atrevió a igualar su hallazgo con dicha clave.
Cierto día, me encontré con un erudito que llevaba décadas explorando confines y descifrando acertijos para dar con la resolución exacta al enigma. Le pregunté por el avance de sus investigaciones y con una media sonrisa, que los lumbreras son muy serios y pocas veces se salen de su papel de doctos en las materias, cogió un trozo pequeño de papel y comenzó a garabatear una fórmula:
¡Increíble! No me lo podía creer. Examiné la cuartilla de papel al menos tres veces, de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. ¡Tenía razón! ¡Había dado con el quid de la cuestión!
Todos tenemos a nuestro alcance la combinación perfecta para ser feliz y una vez que somos conscientes, sólo tenemos que saber disfrutarlo. Prometedme que vais a aprovechar vuestro tiempo y que os deleitaréis con cada propósito. Yo, prometo hacerlo.