lunes, 17 de agosto de 2009

No puedo olvidar...


Cecily sabía perfectamente que yo estaba castigada. Al final del último semestre, el director del instituto me había pillado, junto con el hermano mayor de Cecily, Kevin, y la novia de éste, Samantha, fumando maría importada de México en los baños del gimnasio. Mi padre me dijo que iba a estar encerrada de por vida y mi madre rebajó la condena a todo el verano del ‘69. Así que no había visto a Cecily desde finales de mayo, pero hablábamos casi todos los días por teléfono. Ella era la que se encargaba de ponerme al día con las novedades que ocurrían fuera de las cuatro paredes de mi habitación.

Con la llamada del 11 de agosto no se limitó sólo a contarme cosas de nuestros amigos, sino que además me dijo que todos, y cuando dijo “todos” también me incluía a mí, estaríamos en ese tan anunciado festival de música en cuatro días. Argumenté mis razones para explicarle que no podía salir de casa, pero ella no me escuchó _ “Está todo planeado, Lucy, no te preocupes por nada” _. Fue lo último que me dijo aquel día antes de soltar sus planes, despedirse y colgar.

En los días después a esa llamada estuve muy nerviosa y anduve algo esquiva con mis padres. Desde que Thomas, mi hermano e hijo favorito, se había ido a Vietnam el pasado enero, ellos suplían todas sus carencias paterno-filiares en mí; me aburrían con todo tipo de charlas que comenzaban con _ “Hija, queremos sentirnos tan orgullosos de ti como de Tom” _ y luego me dejaban el amargo sabor de boca por hacerme sentir la peor hija del mundo. No pensé en las consecuencias y quise acompañar a Cecily y a los otros en su aventura, lo que pasara después ya no me importaba.

Salté por la ventana la noche antes del viaje, cuando todos dormían en casa. Fui caminando hasta la calle de Cecily, saludé a sus padres que estaban de pie en el porche, para que no sospecharan que los míos estaban ajenos de todo y me monté en la furgoneta de Kevin como si tal cosa. Me pasé todo el viaje durmiendo y cuando me desperté estábamos tan sólo a un par de horas del paraíso terrenal. Aún no me creía que iba a ver a Jimmy en persona; aunque estuviéramos rodeados de mucha gente, con un poco de suerte yo podría evadirme de todo para imaginar que sólo estábamos su guitarra, él y yo, mientras Jimmy tocaba sus canciones sólo para mí.

Imposible olvidar aquel momento. Hoy, las noticias, la red y Cecily me recuerdan que cuarenta años después sigue presente en mí aquel espíritu aventurero e inconformista de la adolescente que me impulsó a saltarme el castigo de unos padres autoritarios y vivir toda una experiencia inolvidable en los tres días de conciertos ininterrumpidos en el festival de Woodstock, cuando Jimmy Hendrix tocó unas notas exclusivas para aquella niña soñadora que construía castillos en el aire.

8 comentarios:

Byron y Xinver dijo...

La verdad es que no me es posible imaginar el significado de aquel evento, aunque en espíritu lleve un poquito dentro... La canción Woodstock, cómo no, es de joni mitchell, mi "maestra".

José Luis López Recio dijo...

Un realto estupendo en el que has sabido homenajear a la perfección lo que significó aquel evento.
Un abrazo guapa.

Fermín Gámez dijo...

Entonces un concierto no era sólo un concierto, era una forma, como dices en el texto, de escapar de un autoritarismo, una puerta a otro mundo posible.

Lamentablemente, lo que se vivió aquellos años no condujo en realidad a un mundo mejor. Sino a lo mismo de siempre.

Eso sí, en el intento, hubo arte.

Anónimo dijo...

Hola hermosa!
Que gran descripción del evento que has hecho. Los detalles son geniales y la historia mucho mas.

Besos linda!

Juancho!

Dalo dijo...

esa epoca, ese concierto, notable. No pudieron lograr un mundo como querian pero de todas maneras trataron de seguir lo que su alma les dictaba.Definitavemente esos años seran inolvidables para la historia de la humanidad. Suerte.

Quequieresquetediga dijo...

Ni tu ni yo vivimos esa epoca, pero nos contaron lo que paso y la verdad es que tuvo que ser un evento inolvidable.

REBELDE dijo...

Olá Olá Gosto gosto muito do teu blog AGRADEÇO A VISITA Abraços Rebelde

Petardy dijo...

Byron & Xinver: imaginar es lo que menos cuesta. Aunque algunos de nosotros no pudiéramos vivir el momento (yo porque ni siquiera había nacido), tenemos mucha información a nuestro alcance para poder hacernos una idea de lo que supuso Woodstock. Tengo que escuchar la canción de tu maestra con detalle.

joselop: no es para tanto, no es de las mejores historias que he dejado aflorar, de todas formas, gracias. Te devuelvo el abrazo doble.

Fermín: por aquel entonces nada suponía todo y todo era demasiado, por eso hemos llegado a tener lo que tenemos ahora, que como bien dices, tampoco es un mundo mucho mejor.

Juancho: en principio tenía una idea totalmente diferente para el post, pero al final decidí enfocarlo desde la experiencia de una asistente a aquel mítico festival. Me alegra que te gustase el resultado.

dalo: yo creo que en parte si que lograron cambiar un poco las cosas haciendo, como dices tú, lo que el alma les dictaba. A las generaciones posteriores nos enseñaron a apreciar la libertad en toda su plenitud.

Quequieresquetediga: inolvidable y trascendental para la música y la historia.

REBELDE: No hay de qué. Las puertas están abiertas para que pasees por Petardylandia cada vez que quieras.

Muuuuuuuuuuuuuaca!