domingo, 23 de agosto de 2015

3.com

Probablemente, sin lugar a dudas, es muy posible que yo no sea la persona correcta que tenga que daros un consejo, pero permitidme, que sólo por un momento me vea con la libertad de contar un secreto: el secreto de una vida plena, calmada y feliz.

* Hay que buscar metas, sencillas o no, absurdas, inimaginables, casi imposibles y averiguar el lugar donde duermen las ganas para despertarlas y alcanzarlas. Reinventarse cada día, mejorar el método error/acierto, superarse con cada adversidad. La verdad sea dicha, no existen los caminos de rosas, pero es factible encontrar una ciudad Esmeralda al final de cada sendero de balsosas amarillas. Eso es a lo que yo llamo COMUNICACIÓN entre el ser que eres y el que consigues ser.

* Paz interior y exterior, conciencia limpia y corazón puro. Premisas de la más completa y absoluta placidez. No hay existencia sosegada que pueda ser alcanzada por el estrés, las ansiedades o los problemas si tienes COMPENETRACIÓN entre sentimientos, pensamientos y hechos. Conseguir ser coherente y fiel a uno/a mismo garantiza toda probabilidad de bienestar y un éxito asegurado.

* Estar contento/a es viable. Lo más importante es buscar tu propio bienestar, porque no se encuentra la felicidad a través de los demás, aunque sí con ellos, no lo olvides. Encontrar a alguien que te escuche, te  apoye y te quiera no es tarea fácil, sin embargo, no es ninguna quimera. Y ésto no es otra cosa que la COMPRENSIÓN; comprender y que te comprendan cierra el círculo de las 3 "com-". 

Ahora hazme caso o no; yo que tú intentaría ubicarme, sacar el jugo, ignoraría los contratiempos y rebatiría las adversidades para hallar con precisión las puertas de la gran ciudad verde amurallada.



jueves, 6 de agosto de 2015

En mi otra vida...



      Otros mundos, millones de estrellas, un universo infinito. ¿Le garantizan a una atea el privilegio de una siguiente vida? No lo sé, cuando me vaya, si puedo volver lo contaré. De momento, me conformaré con imaginar que podría o no hacer en esa supuesta existencia:

- Me gustaría poder leer música. Admiro a todo aquel/lla que tiene el don de creearla y reproducirla. En esta vida me ha tocado deleitarme cuando la escucho y cantarla sólo en la ducha.

- En este mundo en el que me ha tocado vivir los trabajos dan asco. ¿¡Qué el trabajo dignifica!? Pues, a mi generación le ha costado conseguir todo lo que tiene; así que para la siguiente reencarnación quisiera tener un curro que recompense mejor el esfuerzo y el empeño que en él pongo.

- Justicia y ser más justa, darle a cada uno/a lo que se merece. Soy demasiado buena, tanto que peco de tonta y me fío de cualquiera; claro, después nadie me libra de decepciones, pues... Señora prudencia, váyase usted a tomar viento fresco.

- Fama, dinero o reconocimiento, nada de eso me haría falta, pues mi libertad y mi anomimato no tienen precio ni en esta vida ni en mil más.

- Español como lengua materna, inglés y francés aprendidos, italiano y alemán entendidos (así, así). Para un planeta tan variado me parecen pocas lenguas, debería cultivarme más si tuviera la oportunidad e intentar dominar otras lenguas europeas, dialectos africanos y hasta señales aborígenes y así comunicarme con cada habitante en cada rincón.

- Imprescindible tener amor en el más allá, la misma clase de amor que he conseguido encontrar en mi existencia actual. Una persona que te comprenda, te complete y te respete es el mejor regalo de la galaxia. En ese sentido, soy de las más afortunadas de esta constelación.

     ¿Sabéis qué? No merece la pena pensar en lo que podría ser. Mejor intentar hacerlo ahora, en la vida que conocemos. Dejemos los sueños para Calderón, y hagamos nuestros deseos realidad.

Se os quiere, siempre.

jueves, 30 de abril de 2015

Ya nadie me escucha

Darse cuenta de ciertas cosas, en ocasiones, resulta complicado, sin embargo, hay otros momentos en los que esos pequeños detalles, insignificantes quizás, se hacen obvios. 

Cuando comencé la caminata por Petardylandia nunca pensé que años después aún tendría ganas (muchas) y tiempo (algo menos) para seguir escribiendo lo que pensaba, lo que sentía o lo que imaginaba. Ahora, pasado ese tiempo, aquí sigo, no me he cansado de deambular por senderos literarios, pero he de decir que estoy un poco decepcionada. No me despido hoy de vosotros, entre otras cosas porque no me gusta nada decir adiós; lo que quiero es compartir mi reflexión... Aunque me consta que serán ya muy pocos la que la van a leer. Y es que con ésto guarda relación lo que quiero decir. 

Hablas de muchas cosas con la gente, conocida o no. Siempre intentas dar la mejor versión de ti mismo, para causar buena impresión, hacerte el gracioso/a o para sentirte a gusto en un círculo. Cuando las conversaciones se vuelven monótonas, sin sentido y/o aburridas pierdes interlocutores. Traslado esta afirmación al mundo blog. En aquellas primeras entradas tuve que resultar entretenida y divertida, pero algo ha pasado porque los comentarios han desaparecido, el contador de lecturas ha bajado progresivamente y el número de seguidores no varía desde hace ya la tira... Os entiendo. Yo tampoco tengo tiempo material para dedicaros el tiempo que dedicaba antes a leeros y comentaros. A eso hay que sumarle que las redes sociales nos han llevado a realcionarnos y comunicarnos de manera diferente, casi más directa y personal que lo que se pueda llegar a quedar plasmado en un post.



Ains, me gustaría buscar una solución o intentar encontrar una manera de animarme y animaros a seguir paseando... Tengo la sensación de que ya nadie me escucha y que no puedo hacer nada por evirtalo. Resignación, ¿no? Otra no me queda. Cuando queráis seréis bienvenidos en este mundo virtual de las reflexiones, los pensamientos, las opiniones, los deseos (confesables o no) y los anhelos de una persona que, sobre todo, siempre ha intentado que el rato por Petardylandia fuese un paseo que mereciera la pena y que os aportara algo a cada una de vuestras propias vivencias.







miércoles, 25 de marzo de 2015

Un cachito de cielo


Después de tantas semanas tenía unas ganas tremendas de volver a escribir. Se me ocurrieron mil entradas posibles, en lugares y momentos en los que no podía anotar nada. Debí haberlas garabateado por algún sitio, porque ahora nos las recuerdo. 

Mi vida se ha convertido en un constante ir y no parar, de casa a los trabajos (sí, soy una española con doble jornada, misterio para Cuarto Milenio) y desde allí hasta casa. Así, tooooooooodo el rato. En este tiempo, mi familia y mis buenas amistades han sido todo mi mundo y mi apoyo más incondicional en los momentos "chofff". Hace meses que he tenido que aprender a vivir con ausencias y ese mismo tiempo es el que ha pasado sin hacer nada ni por ni para mí. Me he limitado a seguir adelante sin motivaciones, sólo levantándome en días rutinarios y acostándome sin las más mínimas aspiraciones.

El fin de semana pasado supe de realidades a las que era ajena. Me tuvieron todo el tiempo sumida en pensamientos: unos buenos, otros malos y los que más... Aterradores. Mi vida, mi tranquila vida, patas arriba. No, definitivamente no estaba preparada. Por suerte, una personita a la que quiero mucho, experta en situaciones difíciles, me ha quitado ese vendaje de conformismo. Se sentó conmigo y me dijo que ya ha llegado el momento en el que me toca volver a intentar ser feliz. Voy a hacerle caso; me voy a atrever a tocar ese pedacito de cielo que se abre ante mí. Un cachito inesperado, pero al mismo tiempo reconfortante. Un cachito que apunta maneras de ir creciendo y creciendo para que convertirse en todo un universo de buenos momentos, inolvidables vivencias y, sobre todo, de sonrisas cada día. ¿Por qué mirar para otro lado si hoy amaneció despejado? Amigos, me quedo contemplando esas nubes... Pero dejaré a mano el paraguas por si se avecinase algún que otro chubasco. Ya me conocéis, previsora al máximo.



En Petardylandia se os quiere. No dejéis nunca de seguir adelante en el camino.