martes, 5 de abril de 2016

Lo que nos diferencia nos une, nos acerca, nos vincula más si cabe



Después de desorientarme, perderme y rendirme, te encontré a ti. No tenía interés en nadie más, pero me interesaste; no pretendía volver a querer, pero te quiero; no me importaba haberle cerrado la puerta a las emociones, pero aquí me tienes: más emocionada, motivada e ilusionada de lo que nunca antes lo había estado. Tú, ese que todos dicen que es idéntico a mí, me fascina por las diferencias que nos mantienen unidos.

Eres de los que vive en horas nocturnas, aunque yo opto por vivir la resplandenciente luz de cada mañana.

Duermes una media de 4 horas y estás listo para enfrentarte al hostil mundo, y si yo no duermo mis 8 horas todo lo que se interpone en mi camino me parece adverso y me siento en tierra de nadie vagando hasta que llega la hora de poder recuperar el sueño perdido.

Prefieres el chocolate en onzas, a mí me gusta más el cacao diluído en una leche calentita, que por cierto, tú te tomas fría.

Ves la belleza palpable de las voluptuasidades y redondeces que provocan el deleite de tu vista masculina, en mi caso, me siento más atraída por ese atractivo propio, particular e íntimo que cada uno guarda en su interior.

El deporte y el esfuerzo físico te hacen liberarte y sentirte ligero, en mi vida lo único que corre es el estrés diario que me provoca mi trabajo.

Defiendes tus ideales y sostienes tus argumentos en favor de lo que crees, nunca te cansas de hacer ver tu punto de vista y haces mil y una preguntas al respecto para aclarar asuntos que no te convencen, por otro lado, mírame a mí, ni dioses ni hombres me demuestran nada y me da igual si existen o son quimeras heredadas, y aunque no dejo de decir lo que pienso, no me compensan las batallas dialécticas.

Los baños en el mar te encantan, en cambio, yo puedo pasarme horas en una playa sin acercarme a la orilla, lo siento, es culpa de la temperatura del agua.

Cenas a cuerpo de rey, cantidades que para mí son impensables, pues los gorrioncitos tienen refrigerios nocturnos más copiosos que los que yo tomo.

Y que no se me olvide que eres de lo más caluroso que existe, pues no conoces el frío, mi total enemigo, hasta en veraniegos meses de agosto.

No obstante, ten por seguro, que habrá muchas más disconformidades y desavencias de aquí en adelante, sin embargo, no te apenes, les sacaremos tanto partido como a las actuales y lograremos que nos fusionen tanto que logren convertirnos en un tándem perfecto.





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