martes, 12 de octubre de 2010

Sumergidos

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Los caminos de ida y vuelta que he braceado en los últimos meses me han hecho formular una teoría sobre el amor. Este singular conjunto de sentimientos somete a dos personas a un estado de total euforia, en el cuál los implicados piensan "qué 'happy' que es todo a nuestro alrededor, cari" y les da lo mismo ir en contra de la opinión ajena. Esta fase de enamoramiento [ridículo] que, para bien o para mal, conocemos todos, es como una piscina; sí, habéis leído bien, estoy comparando al amor con una piscina. En el borde de la misma tenemos a los tortolitos, predispuestos a lanzarse de cabeza si fuese necesario, directos a ese estado pasional, sin pensar en las consecuencias que les va a traer ese salto [triple mortal].



Una vez que se han zambullido y están dentro del agua, sus huesos comenzarán a calarse, sus ropas a empaparse y sus pieles, sus pelos, sus uñas, sus pestañas... Todo estará mojado en cuestión de micro-segundos. Están enamorados y les supone muy poco que desde la superficie de la piscina les griten que no hay que estar tanto tiempo en el agua o que si se han metido de lleno después de comer se les va a cortar la digestión. Esos consejos no les afectan ni lo más mínimo. Flotan en esa nube de agua y lo demás no importa.

Sin soltarse de las manos hacen largos de un extremo a otro de la piscina. Recorren cada esquina del depósito acuático, aguantando todo el tiempo la respiración, llenando los pulmones de un aire cada vez más viciado, cada vez más asfixiante. Nadar en la piscina del amor es lo que más les gusta y si están enamorados de verdad no permiten que nadie más se sumerja en esas aguas. Sin embargo, llega un momento en el que la falta de oxígeno es notada en el cerebro y comienzan las náuseas, la vista se distorsiona y entran unas ganas [desesperadas] por querer salir a la superficie lo antes posible. Ese es el instante en el que uno de los dos _sí, siempre es uno es el que decide salir y el otro el que intenta por todos los medios que sigan sumergidos_ se asfixia, sabe que no puede respirar debajo del agua y emprende el camino hacia la zona exterior de la piscina. Cuando esto sucede, no hay nada, ni amor posible que le someta a bucear por más tiempo. Tras el chapuzón originario se ahogaron todos sus sentimientos iniciales y su prioridad es emerger, cueste lo que cueste [aunque el precio sea hacer daño al ser que has querido].


La otra parte de la ecuación se queda sola en la piscina, ya no tiene a nadie con quién nadar, permanece allí, sin rumbo. Existen ocasiones en las que alguien, desde fuera, le tiende la mano y le intenta ayudar a salir, pero en la mayoría de los casos, la pena, la incertidumbre, el dolor no hacen más que permitir que se hunda más y más. En intentos exasperados de hacer volver a su pareja, desde dentro, emplea su último aliento en hacer una llamada de socorro a la persona amada. Las burbujas, de lo que antes era un dulce agua, son señal directa que necesita aire nuevo, pero no se quiere dar cuenta; prefiere morir y que le recojan flotando cabeza abajo en la superficie.


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Hubo un tiempo, en estos meses pasados en los que las miles de pompas de aire que se formaron a mi alrededor ni me dejaban ver ni me permitían pensar con claridad. Me empeñaba en seguir sumergida en la piscina, así el llanto se haría inapreciable. Por suerte, las manos que me brindaron ayuda fueron constantes y no desaparecieron del borde de la piscina. Conseguí agarrarme, las sujeté con todas mis fuerzas y ellas me dieron el empuje necesario para querer tomar aire nuevo en la superficie. Ahora floto en esa piscina. No salí a secarme porque me cuesta dejar de querer al que se marchó antes que yo y, por supuesto, aunque ya no vaya a ser con él, no quiero renunciar a nadar en esta piscina. Seguro que existe algún chico valiente, con el suficiente coraje como para tomar aire profundamente y con ansias de sumergirse para hacer unos incansables largos conmigo. El problema, aún no lo conocí, pero mientras llega, aquí sigo con el cuerpo sumergido y la cabeza atrapando aire fresco.
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[Las imágenes son del pintor californiano Eric Zener; si queréis ver más cuadros suyos aquí os dejo un enlace: http://ericzener.com/]

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola mi amor!! acá estoy como te prometí que iba a pasar por el face.
Qué hermoso lo que escribiste, me encantó esa comparación con la pileta que hiciste , es realmente genial! Me siento muy identificado siempre con lo que escribis , hay veces que pienso que nos pasan las mismas cosas!

besos amore!

Juancho!

juanjo dijo...

No hay duda de que has hecho todo un estudio comparativo ente vel amor y el zambullirse en unapiscina.Esta claro que el estado inicial de enamoramiento se puede comparar perfectamente con ese "lanzarse a la piscina" del que hablas tu tan bien.
Solamente quiero decirtye que aunque a veces resulte aburrido brazear a solas en una piscina,siempre llega el momento en que alguien mas se decide a lanzarse a ella
Besos

Unknown dijo...

Manoli, soy Auxi, de las formadoras, me ha parecido preciosa tu comparación del amor con una piscina, se te da muy bien filosofear :P

Lo que mas me ha gustado ha sido la ultima parte en la que comentas que aun sigues en la piscina. Me he sentido muy identificada con tus palabras, y tengo que admitir que me encuentro, como tu dices, en el fondo rodeada de burbujitas.

Me alegro que consiguieras sacar la cabeza de la piscina, espero poder decirte eso tambien algun dia :D ¡FELICIDADES POR TU POST!
Un beso

Unknown dijo...

De verdad, que no sabes lo que me ha alegrado el final de este post. Si que los hay petardy, hay miles de esos en las piscinas a quienes no les da miedo hacer largos... asi que eso, a esperar, y seguir disfrutando del agua mientras, que todo pasa, y todo llega.
Un abrazo,
Mar.

ulises dijo...

La comparación es muy buena y viene a corroborar una cosa que yo digo siempre, que es que cuando uno sale de la piscina el otro debe querer hacerlo también. Si no es así es que la ruptura ha sido unilateral y la que siguía nadando estaba haciéndolo engañada.

gamar dijo...

La analogía es casi perfecta.
Hoy en día es más común ver a la gente darse chapuzones y no tantos largos ni inmersiones prolongadas.
Espero que llegue quien quiera explorar esa piscina con vos, pero por lo pronto, el mejor lugar para una sirena es ese.
Beso.

Mica dijo...

Qué bueno Petardy, nunca hubiera comparado al amor con una piscina, y sin embargo, tienen mucho sentido tus palabras. Me alegro un montón de que pudieras agarrarte a esas manos, y que ahora estés recuperada. Ya verás como al final acabas nadando acompañada. Un besote.

Byron y Xinver dijo...

El agua.... un medio extraño.
Un beso muy grande. Aquí todos bien. Yo he pasado los exámenes muy bien, estoy muy contento, y mis bebés... geniales. El cambio de casa ha sido fantástico. Ahora me estoy planteando adoptar un tercer chucho..., pero he de pensarlo bien.
Abrazos.

Dalo dijo...

Buena manera de explicar lo que va aconteciendo en una relación. Sigue en el agua y ten paciencia. Saludos.

Carla dijo...

Me ha encantado el texto y las imágenes son geniales :)
Besitosss

Tim siempre genial ;)

Anónimo dijo...

que buena descripción del amor !!! ahora te diría que hay muchos chicos dispuestos a nadar de tu mano , que el dia que menos esperas aparecerá y todo eso ...y es verdad que lo pienso , sólo que tambié pienso que nada es eterno , y menos el amor , llega un momento de que uno de los dos se siente la piel demasiado arrugada por estar tanto en el agua....o sea que, cuando aparezca , disfruta mientras dure !!!
un besazo !

El chico de ayer dijo...

Una piscina relaja muchísimo. Meterse en ella no debe ser motivo de estrés. Ten más cuidado con el que vayas a dejar que se remoje contigo la próxima vez. No todos sabemos nadar, y por eso, los más torpes, en intentos desesperados por salir, salpicamos agua por todas partes. Cuídate y sigue menteniéndote a flote.

Petardy dijo...

Mientras que el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional; de ahí que haya tomado la opción de flotar, de quedarme entre los dos mundos. Me he sentado en el borde de la piscina pero sigo con los pies dentro del agua :D

VgGIrL dijo...

Sii, me gusta como haces esa analogía entre el amor y la piscina..
Se podría decir que muchos de nosotros seguimos con los pies en el agua y cuando menos te lo esperas llega alguien por la espalda y se lanza contigo al agua

Quequieresquetediga dijo...

El amor y una piscina, nunca se me habria ocurrido. ¿Sera por eso que cuando una relacion no funciona es que hace aguas? Como siempre, sabes transmitir lo que quieres decir, ¡enhorabuena!