Están entre nosotros, guste o no; ahora bien, lo que yo me pregunto es ¿dónde se meten cuando terminan su jornada laboral? Me consta que algunos se esconden debajo de las camas (por esa razón siempre no has dado cosa buscar una zapatilla que pasa la barrera del edredón, no fuésemos a perder la mano en el intento); otros prefieren la oscuridad de los armarios con el olor a la bolsa de las bolitas de alcanfor (los sustos y malos rollos que han causado esas puertas entreabiertas por las noches); los más traviesos son los que descansan debajo de las escaleras (de cuánto tropezón tonto son ellos los causantes!!! Ya sabéis, si bajáis con cuidado los escalones y no hacéis mucho ruido en el descenso, es posible, que no improbable, que os dejen en paz); los que menos habitan en las alcantarillas (porque no tienen más remedio, ya que en el reparto de los habitáculos por ocupar llegaron tarde) y son muy pocos, cada vez menos, los que viven y trabajan en los caminos, las cunetas y las curvas en ropa para ir a dormir (hace años, éstos mismos se quejaron en los sindicatos, protestando por la indumentaria que tenían que llevar puesta y por las horas "muertas" que se pasaban rondando los alrededores sin poder asustar a nadie; es que las autovías han hecho mucho daño a este sector). Los más molestos son los que están en las cañerías, los enchufes e interruptores, ..., (no creáis que si nos quedamos sin agua, se va la luz o falla la corriente es porque algo se ha estropeado... Son ellos, los monstruos los autores del estropicio).
El caso es que hoy, monstruos y humanos, tenemos todos licencia para mezclarnos, divertirnos y celebrar la noche de brujas de la manera más aterradora que se nos ocurra. Recordad siempre: más vale monstruo conocido que angelotes por conocer.